Todas hemos experimentado los típicos miedos e inseguridades al pensar en el momento de conocer en persona a nuestro hijo o hija.
Por una parte, es el momento más deseado de todo el embarazo: poder ver al fin la carita de tu bebé, besarlo, abrazarlo y calmar su llanto. Por otra parte, nos puede resultar algo inquietante porque se abren muchos interrogantes: “¿me dolerá mucho?”, “¿podré soportarlo?”, “¿me recuperaré rápidamente?”, “¿estará mi hijo o hija bien en todo momento?”, “¿será parto natural o cesárea?”.
Te puedo decir, por experiencia propia, que asusta un montón (¿a quién le gusta sufrir, verdad?). En mi caso, estando muy mentalizada de hacerlo lo mejor posible, fui a todas las clases de preparación al parto, leí muchísimo por Internet (incluso cosas que no debería haber leído, ya sabes…), lo hablé con amigas y conocidas que ya tenían hijos. Vamos, de todo.
Y lo que más me sirvió de todo lo que hice fue conocer bien las diferentes formas de dar a luz que hay, para saber a qué podía atenerme. Lo ideal es poder elegir cómo vas a parir pero hay ocasiones en las que, por diferentes circunstancias, son los médicos los que tienen la última palabra y lo más recomendable es confiar en su criterio profesional, por nuestra salud y la de nuestro bebé.
Decidas lo que decidas, te toque la opción que te toque, me gustaría transmitirte tranquilidad. “¡Qué fácil se ve desde fuera!”, pensarás. Pero es verdad. Yo me agobié muchísimo y, al final, todo salió bien. Estuvimos en manos de profesionales que velaron por nuestro bienestar en todo momento y tener a mis bebés en brazos mereció cada uno de los duros momentos que pasamos.
¿Empezamos?
¿Parto eutócico o distócico?
Estas palabras tan técnicas responden a lo que conocemos comúnmente como “parto natural” o “parto medicalizado”.
El parto eutócico o parto natural es aquel que se produce por vía vaginal y transcurre sin utilizar instrumentos médicos. En la mayoría de los casos rompes aguas, dilatas, pasas la fase del expulsivo y te comes a besos a tu bebé. Puede incluso que te den algún punto y tengas algún desgarro.
Por si te lo habías preguntado, las episiotomías son pequeños cortes que se realizan en la zona del perineo para facilitar la salida del bebé por el canal vaginal. Si bien es cierto que hace años se practicaban con demasiada alegría, ahora están muy controladas y solo se realizan si son realmente necesarias. La recuperación media es de 7 a 15 días, dependiendo de cada mujer y de cada caso.
Aprovecho para comentarte en este punto que acudir a un fisioterapeuta especializado en suelo pélvico fue una de las mejores decisiones que tomé. Tanto esta opción como seguir los ejercicios que te indique tu matrona te resultarán de gran ayuda para tu posterior recuperación.
El parto distócico o parto instrumental es aquel que requiere de una intervención médica con instrumentos. Tal vez hayas oído hablar de los fórceps, ventosas o espátulas. Por lo general, los médicos prefieren no tener que recurrir a estas técnicas y se esfuerzan mucho para que el parto sea lo más natural posible ya que pueden provocar desgarros, lesiones, dolor crónico, etc.
Así que, aunque el resultado final no dependa totalmente de ti, lo ideal es dar a luz de la manera más natural posible, básicamente, porque tu recuperación será más rápida y te sentirás mucho mejor durante el postparto. Ya te adelanto que el postparto es ese gran desconocido, pero lo abordaremos de manera más amplia en otro artículo.
La cesárea y su recuperación
“Sí, Marta, pero ¿y qué pasa con las cesáreas?”. Es verdad. Hay muchas mujeres que optan porque se les practique directamente una cesárea en vez de someterse a los esfuerzos y dolores del parto convencional. Hasta donde yo sé, la cesárea no se puede elegir en la Sanidad Pública pero sí es una opción en la sanidad privada, por si te sirve de referencia.
Al practicar una cesárea, se atraviesan diferentes capas de piel, grasa, músculo, etc. hasta llegar al útero para poder sacar al bebé. ¡Imagínate todo lo que hay que coser después! Las recuperaciones son más largas (unos dos meses, aproximadamente, siempre dependiendo de cada caso) y dolorosas.
En Internet verás infinidad de consejos de mujeres que se han sometido a esta técnica quirúrgica y tu médico y matrona serán quienes mejor te indiquen los pasos para que tu recuperación se produzca lo antes posible.
Con lo que me gustaría que te quedaras es con lo siguiente: si finalmente tienes a tu hijo o hija por cesárea, eres igual de madre que la mujer que da a luz por vía vaginal. Te lo digo porque hay demasiada controversia sobre este tema y muchas madres tendemos de manera inconsciente a culpabilizarnos de cosas que ni dependen de nosotras, ni son tan graves. Y aléjate de quien te diga lo contrario, porque no te quiere bien. Bastante tenemos con el postparto, el cuidado del bebé y nuestra recuperación física como para rodearnos de personas que no aportan nada positivo, ¿no te parece?
El parto en el agua
El parto en el agua o parto en bañera es una forma de dar a luz cada vez más popular. Consiste en sumergirse en una bañera con agua calentita para poder aliviar los dolores de las dilatación y contracciones y, en definitiva, sentirse más a gusto.
Según la Federación de Matronas, el parto en el agua tiene ventajas demostradas, como el aumento de los partos naturales, la reducción de analgesia o la reducción de la necesidad de episiotomías.
Puedes realizarlo a través del Sistema Nacional de Salud pero, desafortunadamente, no todos los centros hospitalarios cuentan con la infraestructura necesaria, por lo que te recomiendo que lo consultes directamente con tu médico si estás interesada.
Al finalizar este pequeño artículo, me surge un pensamiento que me transmitió una persona muy querida y ahora quiero compartir contigo: pase lo que pase, eres la mejor madre del mundo para tu bebé. Por favor, no dudes nunca de ello, aún cuando te asalten temores, dudas e inquietudes.
¡Espero que este artículo te resulte útil y disfrutes del camino, súper mami!
Con cariño,
Marta